Una secta política, espionaje a concejales, represalias y boicots a ediles por supuesta traición, sospechas de corrupción… Y para rematar, hasta santería y un tumor cerebral inventado. ¿Que por qué ha saltado por los aires la mayoría absoluta de Arona y por qué el alcalde fue expulsado del PSOE? Porque es imposible soportar tantas barbaridades juntas.
En el gobierno de Arona he visto a más de un compañero y compañera llorar por culpa de Nicolás Jorge. A veces, delante de su sumiso asesorado, el alcalde José Julián Mena. Y todos más que menos hemos pasado nervios y sentido rabia, humillación e impotencia.
Lo peor es que el oscuro régimen interno prácticamente sectario que Nicolás y su alcalde títere han intentado imponer, no tiene nada que ver con el interés general, con el bien del municipio o la mejora de la gestión de nuestras áreas.
Si repasan las normas nicolasianas que relaté en el anterior capítulo, verán que se trata solo de los egos, vanidades y ambiciones. Todo por las ambiciones de dos sujetos a costa del humillante sometimiento del resto del gobierno. E incluso del personal del Ayuntamiento y de cualquiera que se les ponga por delante.
No todos lo sufrimos igual.
Las supuestas traiciones de nueve concejales
Por ejemplo, a mí Nicolás no se me encaró nunca (me mandaban a Sixto Mena, el padre del alcalde, que es casi peor). Pero me interpuse en alguna bronca, por ejemplo, cuando le faltó el respeto delante de mí a Yolanda Mendoza. Y eso es incumplir los puntos seis y siete de las normas nicolasinas. Además, cometí varias faltas agravantes al incumplir otros puntos.
Yolanda fue represaliada por altísima traición. Destacó en la gestión de sus áreas y encomiendas. Recibió felicitaciones del personal. Y, entre otros incumplimientos, fue propuesta como diputada por Tenerife en puestos de salida de la lista del hoy presidente Ángel Víctor Torres al Parlamento de Canarias.
Así que le hicieron la vida imposible, llegando incluso a intentar boicotear su candidatura tratando de convencer a los afiliados de Arona para que no votaran a favor de su candidatura.
Elena Cabello fue propuesta para la plancha al Cabildo del hoy presidente insular Pedro Martín. Por supuesto, porque hizo un gran trabajo en sus áreas. Boicotearon su candidatura inventando que tenía un tumor cerebral. Y casi la sacan de la plancha municipal (al final la dejaron por presiones del equipo, pero bajándola de puesto).
Dácil León le cantó las 40 a Nicolás cuando se plantó en su despacho para darle indicaciones de cómo llevar su área. Además se negó a firmar el levantamiento de reparos del alcalde. Destacó en su gestión y, para colmo, subió en las encuestas de popularidad muy por encima de Mena.
Las tres fueron tildadas de traidoras por hacerle sombra al alcalde. Nicolás convenció a Mena de que eran sus competidoras (doy fe de que no era cierto). Y él se lo creyó. En vez de sentirse orgullosos de ellas y apoyarlas, las represaliaron.
Las tres edilas destacaron en su gestión. Nicolás convenció a Mena de que eran sus competidoras por hacerle sombra y las represaliaron.
Puri Martín y Yurena García son muy destacadas en su gestión. Y además su forma de ser les granjea abrazos y aprecio a raudales entre la ciudadanía (con lo que incumplen varias de las citadas normas). Malo para Nicolás Jorge y su José Julián Mena.
José Luis Gómez infringió la norma de cuestionar las represalias de Nicolás contra gran parte del equipo y la de interponerse en sus planes saliendo en defensa de la parte del equipo represaliada.
Fabiola Magdalena García llegó a dimitir como concejal el pasado mandato, sobre todo, por los cuestionamientos, presiones y zancadillas de Alcaldía.
Luis García desobedeció, entre otras, la orden de defenestrar al arquitecto jefe de Urbanismo, la orden de someterse a un abogado externo y la de perjudicar a un empresario. Eso supuso que Nicolasito y su alcalde fueran a por él.
Sospechas de corrupción
En medio de esa cruzada, Luis reunió a todo el equipo de gobierno para que escucháramos parte de un audio en el que se oía a la hermana del alcalde participando en reuniones empresariales en las que se pedía dinero por recalificaciones urbanísticas. Previamente había intentado en balde abordar el tema con Mena.
La penosa reacción del alcalde en aquella reunión nos dejó claro que no pensaba mover ni un dedo para reconducir los escándalos que rodeaban a su hermana y a Felipe Campos, el abogado de Nicolás en el Caso Granadilla. Más bien todo lo contrario.
Por eso a Luis no le quedó más remedio que poner los hechos en conocimiento de Fiscalía. Y por eso le acompañamos José Luis Gómez y yo. Entendimos que era lo correcto. No queríamos ser cómplices de algo tan reprobable. Llegamos al gobierno con el compromiso de luchar contra la corrupción. Y si esto no lo era, lo parecía (y mucho).
Vamos, que entre unas y otras, Luis incumplió prácticamente todas las normas de Nicolás. Por eso Mena le relegó de sus competencias como concejal de Urbanismo.
Y cuando el partido intervino para ver qué estaba pasando y mediar, Mena se saltó la instrucción de tregua interna y expulsó a Luis del gobierno. Sí, desobedeció la tregua solicitada por cargos supramunicipales del PSOE, se sentía tan poderoso que creía estar por encima de todo, hasta del partido.
El detonante de una crisis inevitable
Esa expulsión fue el detonante de la fractura del gobierno. Pero nuestra crisis interna se venía fraguando desde principios del mandato por la imposición de las grotescas normas nicolasianas.
El afán de control de Nicolás y Mena llegó a ser tan enfermizo como para encomendar a un concejal que grabara en secreto las conversaciones del resto de ediles cuando organizábamos barbacoas o almuerzos y ellos no podían asistir.
Ese concejal espía hoy ocupa un puesto destacado en el mini gobierno de Mena. Ese es el tipo de obediencias que premia el dúo siniestro de la Alcaldía aronera.
Parte de aquellas conversaciones han sido difundidas en redes para intentar desacreditarnos. Esa es otra de las penas que nos han impuesto por lo que Nicolás y Mena llaman traición.
En realidad estaban prohibidos los almuerzos en grupo cuando Mena y Nicolás no pudieran asistir (si no podían acudir, uno u otro nos llamaba para que suspendiéramos la comida o no fuéramos). Con lo que incumplir la prohibición también era traición.
Hay sectas que ejercen menos control sobre sus integrantes…
Un dato curioso: Nicolás es babalawo (santero). O eso aseguran varios compañeros y personas ajenas al gobierno. A mí esas cosas se me escapan. Pero me lo creo. Total, en plan chungo es lo que le faltaba para el duro.
Un día de estos dedicaré un post a ese tema, aunque antes tengo otras historias importantes que contar. Pueden ir investigando, que se van a sorprender con las historias de santería que rodean al susodicho.
El asombro de cargos supramunicipales del PSOE
Supongo que ya va quedando claro que si Luis no hubiera sido expulsado, la crisis de nuestro gobierno hubiera saltado por cualquier otro motivo. La situación con Nicolás (y con su Mena) se había vuelto totalmente insoportable.
Por eso, cuando el PSOE intervino para intentar reconducir la situación, pusimos dos condiciones prioritarias: que Luis fuera reintegrado en sus áreas y que Nicolás desapareciera del Ayuntamiento.
Y cuando uno a uno fuimos exponiendo nuestros motivos ante los cargos de las ejecutivas insular, autonómica y federal que ejercieron de mediadores y de instructores del procedimiento abierto en torno a esa crisis, nuestros reproches apuntaron fundamentalmente contra Nicolás.
No contra Mena, que creímos reconducible como persona normal cuando quedara fuera de la nefasta influencia de su asesor (cuánta ingenuidad).
Pero Mena se enfurruñó, midió mal sus fuerzas y se cerró en banda a la posibilidad de prescindir de su asesor. Aunque eso le costara la permanencia en el PSOE, la mayoría y hasta la Alcaldía.
Los cargos supramunicipales del partido no salían de su asombro. Todo cuanto habíamos contado del oscuro dominio que Nicolás ejercía sobre el alcalde, tomó total verosimilitud cuando vieron la cerrazón de Mena a prescindir de él.
Esa sinrazón resulta particularmente irresponsable si se tiene en cuenta que Nicolás está imputadísimo por presunta corrupción desde su etapa de concejal en Granadilla. Y antes que después tendrá que ser suspendido de militancia por apertura de juicio oral.
Por bobo
Mena tuvo que elegir entre una mayoría absoluta o un asesor, y eligió al asesor. Tuvo que decidir entre ejercer de líder de su equipo de gobierno o mantenerse como títere de su asesor, y eligió ser títere. Tuvo que elegir entre ser leal a sus compañeros de gobierno y al Partido Socialista o proteger a su amiguísimo, y optó por su amiguísimo.
En plena pandemia tuvo que elegir entre un capricho personal o la gobernabilidad de su municipio y el cumplimiento de los compromisos que adquirió con la ciudadanía en base a un programa y un equipo de cargos electos.
Pero prefirió darlo todo por proteger a un asesor puesto a dedo. Al asesor que sembró la discordia en nuestro armonioso equipo. Y que priorizó sus ansias de poder al bienestar, no solo de la ciudadanía aronera, sino de su propio alcalde.
¿Que por qué se expulsó a Mena del PSOE? Porque demostró que no merece formar parte de este partido. Aunque en mi opinión, lo han expulsado por bobo.
Leer este post de Sebastian, conocedor de primera mano, me produce urticaria, leer el post es venenoso para el sentido común de las personas, vamos que parece que el Mena está poseído, por Rasputin, y el pueblo llano padeciendo.
Es una visión de lo que un bando vio que pasaba. Los que estamos fuera no sabemos si la verdad la tiene el bando A, el B o una mezcla de ambos, o tal vez ninguno. Aronero caliente, formas parte del otro bando y tienes tu propia visión? O habrá que respetar que este Concejal cuente “su” versión de los hechos?