Como avanzaba el anterior post, el PSOE ha expuesto en sede judicial “los graves problemas de gestión en el Ayuntamiento” de Arona “y la mala imagen creada” por José Julián Mena hacia el partido político “en toda Canarias”, imagen “que se estaba viendo seriamente afectada” con su proceder.
Entre las motivaciones de su expulsión, también citó «la gravedad de los hechos» recabados en su contra y «los intereses que se encontraban en juego sobre la ingobernabilidad del municipio».
También ha expuesto que cuando a Mena se le notificó que se incoaba expediente disciplinario contra él, “tuvo una conducta omisiva y dilatoria en el propio expediente”.
Ahondando en ese proceder, le ha atribuido “una actitud pasiva y perjudicial para sí mismo, a los efectos de crear una nulidad inexistente, con un actuar de mala fe”.
Es más, esta formación política ha llegado a afirmar en sede judicial que Mena “hizo una evidente dejación de sus propias obligaciones, cuya culpa y negligencia solo puede achacada a la irresponsabilidad de él mismo”.
La argumentación expuesta desde el partido para justificar la expulsión de Mena incidió en que el procedimiento de expulsión seguido contra él es “específico para situaciones en las que la presunta gravedad de los hechos o las circunstancias políticas derivadas de estos requieren de una actuación de carácter urgente por parte de los órganos competentes del PSOE”.
Un proceder malintencionado
En relación a la tramitación de ese expediente, señaló que José Julián Mena “nunca respondió ni se implicó o quiso realizar alegación alguna, pese a tener conocimiento de la existencia de dicho expediente disciplinario, dejando transcurrir los plazos con la única y mal intencionada acción de buscar o intentar conseguir una nulidad del expediente creada por él mismo”.
Su proceder, según el la representación legal del partido, apunta a “una clara intención de orquestar una indefensión creada en su propio beneficio”.
“Tal y como se evidencia en el procedimiento disciplinario –añadió–, el expedientado actúa con un plan preconcebido, queriendo e intentando dilatar las notificaciones y haciendo caso omiso a ellas”.
En ese procedimiento disciplinario que concluyó con la expulsión de Mena, según el PSOE, “las únicas conductas reprochables son las del expedientado”, José Julián Mena,, “contraviniendo cualquier decisión de los órganos del Partido Político”.
Confrontación y rebeldía
Y también puso de manifiesto que la protección de derechos reclamada por Mena, colisiona “con la protección de los intereses del partido político de que se cumplan de inmediato sus decisiones ante la situación de confrontación, incluso de rebeldía, que el señor José Julián Mena ha mantenido y persiste en mantener”.
Finalmente, hace un mes y medio los tribunales se pronunciaron contra la expulsión de Mena, fundamentalmente, por fallos en el procedimiento (fallos que pueden ser achacables en gran medida a su mala fe, según la tesis defendida por el partido).
Pero esos fallos no invalidan los motivos de su expulsión ni el deseo de los órganos del PSOE de apartarlo de estas siglas. Y la sentencia que tumba el procedimiento no borra el historial de mala fe y malas artes desplegadas por Mena para impedir el deseo del partido de expulsarlo.
Que el PSOE haya optado por no recurrir el fallo judicial, es una cosa. El perdón, es otra muy distinta. De hecho, resulta hasta lógico que no haya recurrido, pues si hay fallos en ese expediente de expulsión, por mucho que se recurra, lo más probable es que la postura judicial hacia el mismo sea la misma.
Su interés personal frente a todo
La sentencia que anula su expulsión tampoco soluciona la fractura del gobierno municipal por la incapacidad de su alcalde para liderar un equipo, para gestionar el Ayuntamiento y para velar por el interés general de Arona y de su ciudadanía.
Un alcalde que, como ha comprobado su propio partido, es capaz de cualquier cosa por defender su interés personal, aunque el mismo sea sumamente perjudicial para el municipio que gestiona.
De ahí que la mayoría de concejales del grupo de gobierno de Arona no aceptemos la versión menista de que la resolución judicial implica su reconciliación con el partido.
Sus malas artes le han valido para ganar una batalla contra las siglas que representa, pero de ahí a que eso implique paz y armonía, va un trecho muy largo.
Eso sería como boicotear judicialmente una petición de divorcio y pretender que que el cónyuge que la pidió se enamore de nuevo del boicoteador del que había decidido divorciarse, olvidando todos los agravios que le llevaron a tomar esa decisión.
Ni reconciliación ni unidad
Y como consta en el post anterior, ningún órgano ni cargo del partido nos ha informado de esa hipotética reconciliación.
Es más, el menismo habla de esfuerzo de unidad de cara a la galería.
Pero la realidad es que sigue centrando la mayoría de sus esfuerzos en agarrarse a la silla y en perjudicar a la parte crítica del gobierno.
Su forma de actuar se caracteriza por la mentira, el engaño y la manipulación. Y por supuesto, por la mala fe.
La transparencia le espanta, como es propio de quienes se sustentan en la mentira.
Por eso huye de debatir los temas controvertidos que afectan al gobierno y al municipio (no debate abiertamente en el partido, ni en el grupo municipal ni en los plenos).
Y es en ese proceder donde da en hueso: los concejales socialistas que le hemos retirado la confianza no tenemos nada que esconder. Al contrario: creemos que es necesario sacar a la luz lo que está pasando. Y en esas estamos…